He buscado tiempo para reseñar algo sobre el debut de la EMD Villanueva del Arzobispo de Baloncesto del pasado sábado. La noticia lo merecía: victoria por 64 – 58 ante el CB Alcaudete.
Pero quería ir más allá de la típica crónica. La razón es el contexto que subyace del partido. Un partido de 40 minutos que a ciencia cierta supuso saldar una deuda para muchos de los jugadores que hoy forman la plantilla del equipo villanovense. Como escribió Alfonso en redes sociales, sobre una de las fotos de la celebración que ilustran este artículo, irradia “años de amistad, de sufrimientos, de veteranía, de juventud, de alegría y sobre todo, muchísima ilusión. Además, esta foto huele a repos, a Bellavista y a mucho asfalto”.
Esas palabras fueron un reflejo del arranque del encuentro. Un 9-0 de salida que quizás fue fruto de esas ganas contenidas por competir y de ese afán por pisar el parqué. Sin embargo, ese rush inicial se evaporó y el Alcaudete, tirando de un oficio imprescindible en esta liga provincial, se fue incluso con una mínima ventaja al final del primer cuarto (16-17).
En el segundo cuarto se mantuvo esa tensa igualdad. Callejas, pívot alcaudeteño y referencia ofensiva de los suyos, empezó a dominar bajo el tablero. El técnico Luis Molina, buscó entre sus hombres altos la forma de pararlo y colocó a Alfonso como director de juego. Sirvió para al menos cortar el arreón visitante y al descanso el cuadro villanovense se fue con una ligera ventaja (31-28).
En el tercer cuarto, la EMD Villanueva siguió a flote. Principalmente gracias a la labor de Randy, que derrochó calidad e inteligencia a raudales en cada una de sus acciones. El choque de trenes en la zona continuó y todo quedó por decidir para los diez minutos finales (46-42).
Cuando se acercaba el momento clave, surgió el miedo a perder. El Alcaudete se puso por delante y amenazó con dejar sin triunfo a los villanovenses. Entonces, de nuevo emergió la figura de Randy. Durante el partido anotó canastas de todos los colores. Un 2+1, varios tiros en suspensión, alguna bandeja en contraataque y alguna tras penetración. Pero hubo dos triples seguidos, de una plasticidad y, sobre todo, de una importancia capital, que dieron esa pequeña renta vital para encarar el último tramo.
En esa pequeña batalla psicológica final, el Alcaudete no estuvo del todo acertado y enfrente se encontró con un buen trabajo de Mora y David bajo el aro en defensa y Randy, que acabó acalambrado, todavía con la muñeca caliente en ataque. Fue suficiente para sellar el 64 – 58 en el electrónico.
Más allá del resultado, fue una gozada ver a gente como Diego, Paco Sol o José Álvaro disfrutando como auténticos niños con zapatos nuevos. Fue una gozada ver que esa generación tiene relevo ejemplificado en Ángel, todavía en edad júnior. Pero lo mejor de todo fue ver en primera persona lo que puede transmitir en este deporte a los que se animen a acercarse al Pabellón. Palpar la ilusión que genera este incipiente proyecto entre sus protagonistas. Vivir en primer plano que, sean como sean los resultados venideros, el baloncesto villanovense pide paso.
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