Jesús Sánchez Tudela
La Moraleja: EM Villanueva 93-94 |
Recordar el resultado de aquel
día es lo de menos aunque fue 4 a 2. El árbitro, algo que tampoco es
excesivamente importante, fue Antonio Pulido Gutiérrez acompañado por David R.
Pérez Sueza y José Luis Benoso Criado.
Por la EM Villanueva formaron:
Santi Anaya (1) en la puerta, a priori, David Mora (5), Juan González Alguacil
(2), José Antonio Moreno (4) y Francisco Javier Carrillo (3) en la zaga,
Alfonso Cabrera (6), Antonio García Romero (7), Jero Sánchez (10) y Tomás José
“Trompi” (11) en el mediocampo y Pepe Martínez Romero (8) y Juan Reales García (9)
en la punta de ataque. Como refresco actuaron: Juan Herreros (12), Juan Antonio
Martínez Romero (13), Pedro Sánchez (14), Marcos Jódar Arce,”Marquitos” (15) y
Manuel Ruiz (16). Hasta aquí todo normal.
Pero en el once navero resalta un
pequeño detalle. Con el 1 salió Alfonso Lorente, con el 2 Francisco Quirante,
con el 3 Miguel Ángel Quirado Guzmán, con el 4 Iván Rubio Fernández, con el 5
Antonio Nieto Sola, con el 6 Antonio Cabezas Aranda, con el 8 José Rubio
Fernández, con el 9 Antonio L. López Sánchez, con el 10 José M. Unión Peláez y
con el 11 Antonio Hurtado Ibáñez. Luego jugaron Pedro Hurtado, Juan Haro, Fco.
José Segura, Diego Ballesteros y Andrés Fernández.
Acta SP Navas - EM Villanueva |
Lo curioso lo encontramos al
observar el nº 7 que presentó en acta las Navas SP: Alfonso Enrique Ponce
Pérez. Sí, el mismo. Uno de los mejores toreros de esa temporada taurina.
Primer espada en nº de corridas en el escalafón tanto en 1992 como en 1993, era
uno de los personajes más conocidos de la época.
Su idilio con nuestra provincia surgió a muy temprana edad, en torno a los 14 años. De origen valenciano, en esa zona era muy difícil torear siendo tan joven y se dirige a Jaén, en concreto a un festival en Santisteban del Puerto, donde su destino se une al de Juan Ruiz Palomares, que a partir de entonces y hasta hoy se convierte en su apoderado. Gracias a él todavía sin cumplir 15 años debuta vestido de luces en otra plaza jiennense, la de Baeza el 20 de agosto de 1986. Comienza una meteórica carrera como novillero que le lleva a convertirse en uno de los más prometedores. Se despide como novillero precisamente en las Navas de San Juan el 28 de febrero de 1990, unos días antes de tomar la alternativa en Valencia y empezar su camino como uno de los mejores toreros de la última década del Siglo XX e inicios de Siglo XXI.
Su romance con nuestra provincia lo ejemplifica también en lo personal, construyéndose una finca en Las Navas de San Juan, la Cetrina, en la que precisamente se construye un campo de fútbol 7 que es testigo de grandes pachangas. Por ello, formaba parte de aquel equipo. Porque Enrique Ponce además de matador de toros era y es un amante de fútbol. Clásico en los míticos partidos contra las Drogas o partidos benéficos de todo tipo, aquel año, aún en los albores de su carrera taurina, fue de la partida con Las Navas de San Juan Sociedad Polideportiva. Así mismo lo cuenta en su web personal, en concreto en el espacio dedicado a sus aficiones, y entre las predilectas al fútbol. (El fútbol) “ha sido mi deporte toda la vida, lo he jugado desde niño y además pienso que de no haber sido torero me podía haber dedicado más de lleno al fútbol porque la verdad es que siempre se me ha dado muy bien, tenía facilidad y habilidad con el balón”.
Su idilio con nuestra provincia surgió a muy temprana edad, en torno a los 14 años. De origen valenciano, en esa zona era muy difícil torear siendo tan joven y se dirige a Jaén, en concreto a un festival en Santisteban del Puerto, donde su destino se une al de Juan Ruiz Palomares, que a partir de entonces y hasta hoy se convierte en su apoderado. Gracias a él todavía sin cumplir 15 años debuta vestido de luces en otra plaza jiennense, la de Baeza el 20 de agosto de 1986. Comienza una meteórica carrera como novillero que le lleva a convertirse en uno de los más prometedores. Se despide como novillero precisamente en las Navas de San Juan el 28 de febrero de 1990, unos días antes de tomar la alternativa en Valencia y empezar su camino como uno de los mejores toreros de la última década del Siglo XX e inicios de Siglo XXI.
Su romance con nuestra provincia lo ejemplifica también en lo personal, construyéndose una finca en Las Navas de San Juan, la Cetrina, en la que precisamente se construye un campo de fútbol 7 que es testigo de grandes pachangas. Por ello, formaba parte de aquel equipo. Porque Enrique Ponce además de matador de toros era y es un amante de fútbol. Clásico en los míticos partidos contra las Drogas o partidos benéficos de todo tipo, aquel año, aún en los albores de su carrera taurina, fue de la partida con Las Navas de San Juan Sociedad Polideportiva. Así mismo lo cuenta en su web personal, en concreto en el espacio dedicado a sus aficiones, y entre las predilectas al fútbol. (El fútbol) “ha sido mi deporte toda la vida, lo he jugado desde niño y además pienso que de no haber sido torero me podía haber dedicado más de lleno al fútbol porque la verdad es que siempre se me ha dado muy bien, tenía facilidad y habilidad con el balón”.
En el propio sitio web narra que incluso se federó esa
campaña con las Navas y jugó algunos partidos. Y aquel del 8 de diciembre fue el de su debut. Un estreno especial porque ese día era también su 23 cumpleaños. Así
que estaba con sus amigos, jugando a su deporte preferido, en los orígenes de
una fulgurante carrera y era el centro de atención.
Además, no se defendía mal con la pelota y aquella tarde lo demostró. Pepe y Trompi anotaron los tantos villanovenses aquel domingo y Antonio Luis hizo dos de los goles de los locales. Sin embargo, el verdadero verdugo de la EM Villanueva, trayendo por la calle de la amargura a sus defensores y haciendo las delicias de los aficionados fue Enrique Ponce. Hasta se permitió el lujo de marcar los otros dos tantos y convertirse en pieza clave del desenlace del encuentro.
Cuentan algunos de los presentes que en cada uno de sus goles, nuestros futbolistas más aficionados al toreo incluso le abrazaban felicitándole, en lo que se asemejaba a una fiesta de cumpleaños en toda regla. “Enrique Ponce, torero y futbolista” titulaban algunos periódicos en aquellas fechas. Uno de los hombres más perseguidos por la prensa rosa que se refugiaba en el fútbol amateur para seguir sintiéndose normal. Aquel día, como muchos ese año, perdimos, pero a cambio ganamos la anécdota de ser partícipes de la fiesta de cumpleaños de uno de los mejores toreros que ha dado nuestro país.
Además, no se defendía mal con la pelota y aquella tarde lo demostró. Pepe y Trompi anotaron los tantos villanovenses aquel domingo y Antonio Luis hizo dos de los goles de los locales. Sin embargo, el verdadero verdugo de la EM Villanueva, trayendo por la calle de la amargura a sus defensores y haciendo las delicias de los aficionados fue Enrique Ponce. Hasta se permitió el lujo de marcar los otros dos tantos y convertirse en pieza clave del desenlace del encuentro.
Cuentan algunos de los presentes que en cada uno de sus goles, nuestros futbolistas más aficionados al toreo incluso le abrazaban felicitándole, en lo que se asemejaba a una fiesta de cumpleaños en toda regla. “Enrique Ponce, torero y futbolista” titulaban algunos periódicos en aquellas fechas. Uno de los hombres más perseguidos por la prensa rosa que se refugiaba en el fútbol amateur para seguir sintiéndose normal. Aquel día, como muchos ese año, perdimos, pero a cambio ganamos la anécdota de ser partícipes de la fiesta de cumpleaños de uno de los mejores toreros que ha dado nuestro país.
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