EM Villanueva 5 - 2 Iliturgi (1/4 de final)
Jesús Sánchez Tudela
Épica. Eso es lo que se tocó con los dedos en la tarde del viernes. Los más pequeños en competición de nuestra Escuela Municipal llegaban a la vuelta de los cuartos de final con cuatro goles de desventaja. El Iliturgi, una categoría superior, había aprovechado el factor campo y se habían traído al San Blas un 4 a 0 muy valioso. En ese encuentro los de Toni y José Valera tuvieron mala suerte de cara al gol y el volcarse al ataque al final provocó que los iliturgitanos sentenciaran al contragolpe. Pero no por lo difícil de la misión iban a rendirse. Los nuestros espoleados unas cuatro decenas de padres, madres y seguidores del fútbol villanovense se quedaron a un paso del milagro. Fueron una avalancha ofensiva desde el inicio. En los primeros minutos tuvieron cinco o seis ocasiones de gol. Hasta que Juan Fernández hizo el primero tras un córner. Ya quedaba menos. Con el segundo del propio Juan la gente se lo empezó a creer. El menudo mediocampista se adelantó a todos y batió al meta iliturgitano. Seguía el cuentagotas de ocasiones. Los acercamientos a la portería de Pedro, escasos. Cada jugada de los nuestros generaba peligro. Y llegó el tercero. Jugada personal por la izquierda, la pelota le llega a Antonio por el otro lado y ni corto ni perezoso, recorta al portero con maestría y marca a placer. El éxtasis en la grada Un gol más y a la prórroga. El entrenador visitante se desgañitaba en el banquillo. Y así se llegó al descanso. Aparecieron los ánimos paternos y la pancarta que debía llevarles hasta el éxito.
Épica. Eso es lo que se tocó con los dedos en la tarde del viernes. Los más pequeños en competición de nuestra Escuela Municipal llegaban a la vuelta de los cuartos de final con cuatro goles de desventaja. El Iliturgi, una categoría superior, había aprovechado el factor campo y se habían traído al San Blas un 4 a 0 muy valioso. En ese encuentro los de Toni y José Valera tuvieron mala suerte de cara al gol y el volcarse al ataque al final provocó que los iliturgitanos sentenciaran al contragolpe. Pero no por lo difícil de la misión iban a rendirse. Los nuestros espoleados unas cuatro decenas de padres, madres y seguidores del fútbol villanovense se quedaron a un paso del milagro. Fueron una avalancha ofensiva desde el inicio. En los primeros minutos tuvieron cinco o seis ocasiones de gol. Hasta que Juan Fernández hizo el primero tras un córner. Ya quedaba menos. Con el segundo del propio Juan la gente se lo empezó a creer. El menudo mediocampista se adelantó a todos y batió al meta iliturgitano. Seguía el cuentagotas de ocasiones. Los acercamientos a la portería de Pedro, escasos. Cada jugada de los nuestros generaba peligro. Y llegó el tercero. Jugada personal por la izquierda, la pelota le llega a Antonio por el otro lado y ni corto ni perezoso, recorta al portero con maestría y marca a placer. El éxtasis en la grada Un gol más y a la prórroga. El entrenador visitante se desgañitaba en el banquillo. Y así se llegó al descanso. Aparecieron los ánimos paternos y la pancarta que debía llevarles hasta el éxito.
En la segunda mitad, en cambio, jarro de agua fría. En el primer saque de esquina visitante, el rechace le llega a Soto, su central, el mejor de los iliturgitanos y ante su ajustado disparo nada puede hacer Pedro. Aún así no bajaron los brazos. Y como sucede en las grandes citas, un minuto después, José Manuel con un fuerte disparo a la misma escuadra aportaba otra dosis de esperanza. Golazo. Había que seguir remando. En esos instantes hubo unos minutos de impás: Rubén luchaba arriba, Juan Carlos Paco se erigía en un muro defensivo, Pedro Cameros lo intentaba... pero parecía que el Iliturgi había encontrado la fórmula. Y entonces de nuevo subidón de adrenalina. Balón interior y Ángel Jesús, que es un pulmón, se adelanta a todos y deja a un paso la clasificación a semis. Hacía tiempo que no se veía una explosión de alegría tan sincera en el San Blas. Quedaba tiempo El milagro era posible.
Pero cuando rozábamos las semis, llegó la puntilla más cruel. Tiro muy lejano y bien dirigido, Pedro se estira y hace la parada de la tarde, logra mandar el balón al palo pero el rechace lo marca a placer un delantero visitante. Posiblemente en fuera de juego, pero muy difícil de observar. Con el tanto, se rompían las ilusiones porque para pasar se necesitaba un 7 a 2, es decir dos goles más. Y no había tiempo para tanto. Los de Toni y José Valera lo siguieron intentando, pero estaban muy cansados. El pitido final trajo la alegría de los padres visitantes, callados durante todo el encuentro y el respiro de un entrenador que se vio contra las cuerdas. Lo mejor fue el aplauso merecido de toda la grada local que brindó de una ovación cerrada a los suyos, tanto a los niños como a sus dos entrenadores. Los pequeños camino del vestuario vivieron algo que no deben olvidar para seguir por el camino del deporte. Este año no ha podido ser pero a buen seguro que está generación nos permite escribir crónicas de grandes hazañas en el futuro.
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